Se estima que este verano cerca de 500 000 toneladas de sargazo podrían llegar a las playas mexicanas, una de las mayores oleadas registradas hasta la fecha. Detectada desde satélites mediante sistemas como el SATsum de CONABIO, esta macroalga viaja desde las costas de África atravesando el Atlántico hasta el Caribe, en un cinturón marino tan vasto que supera los 40 000 000 de toneladas en el Atlántico tropical. Los sensores MODIS en satélites Aqua y Terra, junto a Sentinel, han alertado una acumulación inminente, llevando a las autoridades a activar protocolos de monitoreo y limpieza.
El sargazo, una macroalga parda flotante del género Sargassum, es parte natural del ecosistema, ofrece hábitat a peces y tortugas en alta mar, pero convertido en “marea marrón” al llegar a la costa, se vuelve una amenaza. Al descomponerse libera gases tóxicos como sulfuro e hidrógeno, huele a huevo podrido, irrita la piel, garganta y ojos, y genera dolores de cabeza e incluso náuseas Además, el sargazo que se pudre bloquea la luz del sol, reduce oxígeno y acidifica el agua, lo que ahoga corales, pastos marinos y arrasa con la fauna costera: desde crustáceos hasta tortugas que no pueden llegar a anidar.
Este desastre ecológico desata también un componente económico muy real: playas repletas de algas no solo pierden su atractivo visual y olfativo, sino que ahuyentan a turistas y hacen que los prestadores de servicios y hoteles enfrenten cancelaciones y pérdidas millonarias. En Quintana Roo, por ejemplo, ya se recolectan entre 150 y 200 toneladas diarias, con más de 6 500 toneladas retiradas solamente este año. Además, limpiar un solo kilómetro de playa puede costar más de un millón de dólares anuales, lo que pone en jaque la economía local y provoca que pequeñas comunidades de pescadores y guías turísticos pierdan empleo y sustento
Los satélites no solo muestran la magnitud del problema, sino que permiten anticiparlo para desplegar barreras marinas, barcos sargaceros y equipos de limpieza en tierra. Sin embargo, aunque la tecnología ayuda a contener la llegada, el verdadero reto sigue siendo el manejo ecológico: el alga recogida no puede simplemente tirarse, y su disposición requiere más recursos y planeación. Mientras tanto se están explorando usos industriales como bioplásticos, fertilizantes o ladrillos, pero el costo de recolectar y procesar el sargazo sigue siendo muy alto
El fenómeno está ligado al cambio climático, las corrientes oceánicas y el exceso de nutrientes en el agua, y su frecuencia ha ido en aumento desde 2011. Este año, científicos advierten que el arribo podría ser un 40 % mayor que en temporadas anteriores, empeorando aún más lo que ya se percibe como «la peor cara del verano» en el Caribe mexicano