El amor no siempre es un cuento de hadas con un «y vivieron felices para siempre». A veces, llega de manera inesperada, nos envuelve en su magia y, cuando menos lo esperamos, nos deja con el corazón roto. Pero, aunque duela, eso no lo hace menos valioso. Algunas de las películas más memorables sobre el amor no terminan con una boda de ensueño ni con una pareja caminando hacia el atardecer, sino con una despedida, una elección dolorosa o un destino implacable. Son historias que nos recuerdan que el amor no es solo felicidad, sino también aprendizaje, nostalgia y crecimiento.
One Day (2011) nos introduce en la historia de Emma y Dexter, dos almas que se encuentran una vez al año durante dos décadas. Su relación se construye a lo largo del tiempo entre encuentros, desencuentros, amistad y amor no declarado. Cuando finalmente se entregan a lo que sienten, la vida demuestra que a veces es cruel y que el tiempo es un lujo que no siempre tenemos. Su final es un golpe al alma, pero también un recordatorio de que hay que aprovechar el presente, porque no sabemos cuándo será la última vez.
Her (2013) nos cuenta un amor diferente: el de un hombre solitario, Theodore, y un sistema operativo con inteligencia artificial, Samantha. Aunque su relación es genuina y llena de emociones reales, nos recuerda que el amor, en cualquiera de sus formas, puede ser efímero. Su final, lejos de ser un fracaso, nos habla de evolución y de cómo las conexiones que hacemos, aunque no duren para siempre, nos transforman.
Yo antes de ti (2016) nos sumerge en la historia de Lou y Will, dos personas de mundos distintos que se encuentran cuando ella se convierte en su cuidadora. Lou, con su chispa y entusiasmo, le devuelve a Will una parte de su alegría perdida, pero la tragedia ya está escrita. Su final es una lección agridulce sobre la autonomía, el respeto por las decisiones del otro y el amor que trasciende las expectativas.
Call Me by Your Name (2017) Elio y Oliver viven un amor efímero pero intenso, uno de esos romances de verano que dejan marcas imborrables. La historia nos regala momentos de dulzura y descubrimiento, pero su final nos enfrenta a la nostalgia y a la melancolía de lo que pudo ser. La escena final, con Elio contemplando el fuego con lágrimas en los ojos, es un símbolo del amor que permanece en la memoria, aun cuando la persona amada se ha ido.
Nace una estrella (2018) La historia de amor entre Ally y Jackson nos atrapa con su intensidad y pasión. Él, una estrella de la música en decadencia, la impulsa al estrellato, pero su propia lucha interna lo consume. Su final es un reflejo desgarrador de cómo el amor no siempre es suficiente para salvar a alguien de sus propios demonios. Es una historia que nos deja con la certeza de que amar también implica dejar ir.