Cameron Diaz tiene un sistema bien calculado para vestirse a diario: ropa de algodón en colores básicos que rota entre conjuntos deportivos para estar en casa, y otros para salir, más que simple comodidad, es un reflejo de la vida que ha decidido abrazar desde que se alejó de Hollywood para enfocarse en su familia.
“Soy de esas mamás que sacrificaron su estilo por la comodidad”, confiesa entre risas con el magnetismo que en su momento la convirtió en la rubia más carismática de Hollywood.
Hace una década, su vida era completamente distinta: dos o tres películas al año persiguiendo villanos, enfundada en pantalones de piel y botas con tacón de aguja. Ahora, sus días transcurren entre juegos infantiles y manchas cuyo origen prefiere no cuestionar. “Paso prácticamente el 90 por ciento del día en el piso”, bromea».
Por suerte, nuestra casa está muy limpia. Tenemos una política estricta de no usar zapatos adentro, añade con esa naturalidad que te hace sentir que es tu amiga de toda la vida, compartiendo su día a día sin filtro. Quizá ese sea su mayor talento: hacer que sus personajes y ella misma siempre se sientan tan cercanos. No es sorpresa entonces que tantos deseen volver a verla en pantalla.