Texto: Cristhian Gómez – Fotos: Cortesía
Como espectadores, vemos a las estrellas de la pantalla de manera casi perfecta; con la piel fina, vestidos elegantes y con una figura envidiable; sin embargo, muchas veces no somos conscientes de los sacrificios que estas celebridades hacen para mostrarse así. La vanidad, desde siempre, ha sido tema que ha parecido fascinante en la audiencia, desde el mito de narciso, la belleza externa parece ser un pilar en la vida de las personas y el que las grandes industrias nos muestren a los famosos de una forma inalcanzable y comercializarlos así es aún más intrigante.
Así mismo, en una época donde el cine de terror parecía ir en declive surgen productos que son una verdadera sorpresa. Particularmente este 2024 parecía que las historias han tomado un giro inesperado, más allá de las clásicas o sustos baratos.
La sustancia nos cuenta la historia de Elizabeth Sparkle, interpretada por Demi Moore, quien es una presentadora de un programa de aerobics y que, al descubrir que la televisora planea suplantarla por alguien más joven, decide usar “la sustancia”, un elemento que permite que el cuerpo de quien lo usa se vea más joven sin habitar el mismo cuerpo ni conciencia y es cuando de Elizabeth Surge Sue (Margaret Qualley) para suplantarla en la televisión y volviéndose extremadamente popular en poco tiempo, sin embargo, las dos versiones de la persona no pueden habitar al mismo tiempo, mientras una disfruta de una vida la otra vive una completamente diferente.
Esta película es catalogada como “body horror”; aquel cine que, con el uso del cuerpo deformado o transformado cuentan una historia; ejemplos como “la cosa”, “la mosca”, “el hombre lobo”, o incluso el mismo superhéroe Hulk entran en esa categoría; mostrándonos dolor y sufrimiento de la persona al ser transformados en algo más aterrador y grotesco. Esta cinta entiende y logra capturar a la perfección este concepto, llevando al espectador por un viaje lleno de dolor y morbo.
El diseño de producción es impresionante; mostrándonos espacios vacíos y monocromáticos que pareciera que el personaje interpretado por Moore vive en un limbo eterno. Por otra parte, cuando la versión joven aparece la estética cambia a un look sacado de programas de televisión de los años 80’s.
La influencia de Stanley Kubrick es evidente en esta cinta, el uso del punto de fuga e inclusive en la emulación de planos y decoraciones; un claro ejemplo de este último es la alfombra de los estudios de televisión que claramente homenajea a la alfombra del Hotel Overlook de El Resplandor; así como la forma de presentar espacios y la utilización de la pieza “Also soprach Zarathustra”, la cual sirve de intro en la película “2002: una odisea en el espacio”. El paralelismo con la obra de Kubrick resulta mágica, ya que tanto en “el resplandor” como en “la substancia” el camino del personaje principal hacia la locura se convierte en un viaje que sumerge al espectador de una forma como si estuviese en el mismo espacio donde ocurre la historia, recordándonos así a las pinturas de Edward Hopper.
Las actuaciones de ambas protagonistas son realmente maravillosas y fácilmente podrían llevarse una estatuilla en la próxima entrega de los premios de la academia. Aunque la película ha sido celebrada por su audacia y su comentario social, también ha recibido críticas mixtas; algunos señalan que la cinta presenta una visión un tanto radical del envejecimiento y la belleza femenina, y que su mensaje puede ser percibido como ambiguo o incluso contradictorio, especialmente en su tratamiento de la idea de juventud como símbolo de valía.
La Sustancia no es una película para todos los gustos, pero se ha ganado un lugar importante en el cine de horror y crítica social de 2024 por su visión provocadora y el impacto visual y emocional que deja en el espectador; sin duda la cinta es digna de volverse un nuevo clásico de este siglo que podría, irónicamente, envejecer bien con el paso de los años.